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Mi Primer Desfile de Orgullo Gay

La celebración, las carrozas, el ambiente festivo y mi corazón roto

Por Guy Hammond


Me encantan los desfiles; especialmente el desfile de Papa Noel. Siempre me ha gustado. Se trata de una diversión familiar y la conexión con la comunidad. En Canadá esto significa reunirse en el frío glacial a principios de diciembre con mi familia y vecinos, tomando chocolate caliente mientras las bandas locales de la escuela secundaria y carrozas coloridas avanzan por la calle, y hombres viejos en pequeñas motocicletas con sus gorros tan raros de los Shriners que pasan de prisa.


¡El desfile del Orgullo Gay de Toronto que fui a ver hace unos meses atrás definitivamente no era nada así!

Un director de documentales me ha estado filmando durante el último año y medio haciendo una película sobre mi vida y mi ministerio (Vea el tráiler.) Dado que solía vivir una vida homosexual hace 3 décadas, antes de hacerme cristiano, el director pensó que sería bueno obtener algunas imágenes de mí en el desfile del Orgullo Gay tantos años después.


En este desfile no había bandas de la escuela secundaria, ni Shriners, y ciertamente no había Papa Noel. Sin embargo hubo manifestantes incluyendo "cristianos" que llevaban carteles anunciando la condenación eterna de todos, políticos que buscaban votos (incluido el primer ministro) y muchos hombres y mujeres escasamente vestidos (para decirlo ligeramente) en carrozas coloridas que tenían ganas de presumir lo que tenían - y no me refiero a sus movimientos de baile. ¡No es de extrañarse que celebren esto en junio y no en diciembre! Fue una atmósfera salvaje ya que cientos de miles de personas celebraron todo lo que es “GLBTQ+”.


Hacía calor (en cuanta a la temperatura), y todo era ruidoso, impetuoso, entretenido, inquietante, muy sorprendente, e incluso en momentos, muy cómico. Pero para este chico cristiano, todo el asunto era desgarrador.


No estoy orgulloso de cómo respondí


Como alguien que cree que todas las personas necesitan ser tratadas con dignidad, amabilidad y respeto, sin importar a qué se sientan atraídos, cómo eligen vivir sus vidas o cuál es su respuesta a Jesús, fui tomado desprevenido de mi respuesta a lo que fui testigo en ese día. Confieso que luché con mis pensamientos de juicio y enojo y, a veces, me sentí egoísta. Son las mismas cosas que enseño que no podemos tener en nuestras vidas como seguidores de Cristo. Lo siento por eso. También sufrí una sensación general de estar abrumado por la  gran cantidad de personas que estaban alineadas en las calles, que pensaban que lo que estábamos presenciando era digno de celebración.

En este nivel, no estoy hablando de la moral o la ética sexual bíblica. Simplemente me refiero a nuestra necesidad compartida como seres humanos de ser valorados, aceptados y amados. En este punto me entristeció que estos hombres y mujeres sintieran la necesidad de degradarse tan descaradamente, indecentemente y casualmente, de tal manera frente a tantas personas.


El niño con alas de ángel


Quizás no haya nadie que había visto en ese día que resumió completamente todas las emociones mezcladas que yo experimenté que el joven que vino pavoneándose por la calle cerca del comienzo de la procesión. Tenía casi la misma edad que mi hijo mayor, de unos 20 años. Estaba en su mayoría desnudo aparte de su tanga pequeña y las enormes alas de ángel que había atado a su espalda. Estaba cubierto de brillo.


Mientras la gente aplaudía, silbaba, gruñía y gritaba y se reía, mi primer pensamiento como papá era correr y agarrar a este chico y cubrirlo para protegerlo de las multitudes que lo miraban boquiabiertas. Mi siguiente pensamiento fue darle una palmada en la parte posterior de la cabeza (no literalmente, bueno, tal vez una pequeña bofetada para despertarlo) y hablarle para darle un poco de sentido común.


¿No sabía que la mayoría de la gente se reía de él en lugar de apoyarlo? ¿No sabía lo ridículo que se veía? ¿No sabía que estaba haciendo algo que un día en el futuro (con suerte) él lo consideraría un momento muy lamentable?


Quería decirle que tuviera algo de respeto propio. Quería decirle que Dios le había dado talentos y dones que lo hicieron único y valioso y que no necesitaba bailar en medio de la calle frente a miles para ser apreciado y valorado. Quería explicarle lo increíblemente desvalorizante que era para él basar toda su identidad como ser humano en algo tan mínimo como lo que le atraía sexualmente. Quería abrazarlo y decirle que era amado y que había una mejor manera. Quería sacudirlo por los hombros y persuadirlo en los términos más fuertes posibles para que se ponga algo de ropa. Yo estaba enojado con él, y yo tenía el corazón roto por él. Como he dicho, un montón de emociones mezcladas.



Los manifestantes religiosos


También habían manifestantes religiosos situados no muy lejos de donde mi esposa Cathy y yo estábamos ubicados. Ellos sostenían sus letreros de destrucción y condenación, gritando a través de sus megáfonos sobre lo malvado y malo que todo el mundo era. No es que no estuviéramos rodeados de pecado; claramente lo estábamos.


Sin embargo, en mi opinión, y sé que muchos estarían en desacuerdo; estratégicamente, es una manera terrible para alcanzar a los perdidos para Cristo y ciertamente en este caso, los espectadores sólo los vieron como bocones, patanes criticones y egoístas para ser burlados o simplemente ignorados por completo - no buena publicidad para el cristianismo. Como he dicho muchas veces en mis artículos y discursos, no podemos decirle a la gente acerca de lo asombroso que es Jesús al enfocarnos en lo que estamos en contra, protestando o golpeando el púlpito. Siempre es peligroso cuando somos más conocidos como manifestantes que como cristianos porque cuando eso sucede, la gente ya no estará dispuesta a escuchar lo que tenemos que decir cuando finalmente nos pongamos a hablar de Cristo.

En medio del caos...la oración


En medio de todo lo que estaba ocurriendo, me encontré recogido en oración durante toda la tarde. Oré por los hombres y mujeres homosexuales en el desfile y por los que caminaban por las calles, que algún día descubrirán que sólo Jesús es capaz de cumplir con sus necesidades emocionales, relacionales y espirituales, y que las cumple de una manera que supera con creces cualquier cosa que la homosexualidad o cualquier otra cosa jamás podrán. Oré para que mi corazón fuera más amoroso, menos crítico y más paciente con aquellos con quienes estoy tan en desacuerdo. Oré para que aquellos que vieron a los cristianos manifestantes no descarten a Jesús por causa de ellos. Oraba para que me quedara agradecido a Dios por haberme salvado de una vida de homosexualidad, no porque yo sea mejor que cualquiera de los homosexuales que vi en ese desfile o porque merezco algo, sino sólo por su gracia y misericordia. Sigo orando para que mi vida dé esperanza a otros que creen que su única opción es vivir una vida homosexual, o hacer alarde de su sexualidad para sentirse valorados.


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